EL PORQUÉ NO SE DEBE TOMAR AZÚCAR BLANCO
No debemos confundir el azúcar blanco o sacarosa, un producto químico puro, formado por moléculas de sacarosa (glucosa + fructosa) que se obtiene del jugo de la caña de azúcar o de la remolacha — desechando la parte sólida y la fibra—.
Porque otra cosa muy diferente es el grupo de alimentos —que por su importancia deben de estar presente en nuestra alimentación diaria en proporciones de un 50 a un 60 %— Los glúcidos, que también reciben los erróneos nombres de hidratos de carbono y/o azúcares.
Estos glúcidos, como son los cereales, son glúcidos de absorción lenta y el azúcar es un glúcido de absorción rápida.
Para nuestro organismo y nuestra salud no es lo mismo consumir azúcar pura que consumir un alimento que lo contenga de manera natural, como por ejemplo la fruta.
Otra diferencia para tener en cuenta es la existente entre alimento integral y alimento refinado. Los alimentos naturales integrales aportan minerales, oligoelementos, vitaminas, fibras y otras sustancias que ayudan al cuerpo a metabolizarlos. El azúcar, el arroz y las harinas blancas refinadas han perdido parte o la totalidad de esos coadyuvantes y nutrientes.
Atendiendo a la clasificación Yin/Yang de los alimentos el azúcar está en el extremo Yin, alimentos expansivos, es decir, alimentos que enfrían porque dispersan el calor, y expanden los tejidos haciéndolos más débiles.
Por otro lado, si el azúcar —alimentos expansivos en extremo— se consume en grandes cantidades puede producir los efectos contrarios a la expansión, es decir, contracción, rigidez y dureza. Alterando, sobre todo a la energía corporal en primer lugar y en segundo a los órganos huecos como el estómago y el intestino grueso.
Pasemos a detallar algunos de los problemas del azúcar blanco:
LA DESMINERALIZACIÓN
El azúcar refinado extrae de otras fuentes los elementos nutritivos que le faltan. Esas fuentes pueden ser los otros alimentos presentes en la misma ingesta o bien los propios tejidos del cuerpo. Por esa razón, cuando comemos azúcar blanco o harina blanca perdemos vitaminas del grupo B, calcio, fósforo, hierro y otros elementos nutritivos que salen directamente de nuestras reservas.
Tras una toma considerable de azúcar, se produce inmediatamente un aumento en la excreción urinaria de calcio. El calcio sale de los huesos para neutralizar los ácidos generados en la metabolización del azúcar.
El consumo de azúcar blanco nos lleva al consumo de proteína animal y viceversa ya que ambos, siendo elementos extremos, se complementan y compensan.
BAJO NIVEL DE GLÓBULOS BLANCOS
Una dieta rica en azúcares favorece las infecciones por levaduras (como Candida albicans), hongos, bacterias y parásitos. Algunos estudios señalan que la respuesta de los glóbulos blancos disminuye en presencia de azúcar —Journal of Reproductive Medicine, 1984— La simple supresión del azúcar refinado permite a menudo terminar con las infecciones reincidentes o crónicas.
ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
Al comer azúcar o productos que lo contengan estamos ingiriendo gran cantidad de glúcidos en muy pequeño volumen, es decir, lo estamos tomando muy concentrado y esto trae consigo un exceso de calorías que tendrán que ser almacenados en forma de grasa corporal.
El consumo mantenido de azúcar blanco está implicado en un montón de problemas a parte de los ya nombrados como: diabetes, obesidad, indigestión, miopía, dermatitis seborreica, gota, falta de concentración, depresión, ansiedad, etc.
QUITARSE LA DEPENDENCIA
Al abandonar alimentos como la leche o el azúcar el organismo entra en lo que se denomina «crisis depurativa» que ira en función del grado de saturación que se tenga de esa sustancia.
En el caso del azúcar podremos sentir durante algunos días síntomas como fatiga, irritabilidad, depresión, falta de fuerzas, apatía, taquicardias y palpitaciones, insomnio y dolor de cabeza. Sin embargo, no se debe sustituir el azúcar con miel o azúcar integral, hasta pasado un tiempo. El azúcar es físicamente adictivo. William Dufty escribe en su libro Sugar blues «[...] la diferencia entre la adicción al azúcar y a la adicción a los narcóticos es en gran parte una diferencia de grados».
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